28.6.14

Cuando el mundo está al revés

Hace poco más de 120 años, justo en junio, llegó a Nuestra América. Seguro nadie se imaginó, aquella tarde en que empezaba a caer la noche sobre el siglo XIX, todo lo que sucedería después: tanta historia, tanta magia, tanto sentimiento. Es difícil de explicar, pero en estos días aparecen gratos ejemplos, y los gigantes de otros días están ahí, latentes.

Creo que después del amor (bien o mal dado), de la luna y las estrellas, de la fiesta, del grito de protesta y apoyo, de la tragedia y la melancolía... después de todos estos temas, el futbol ha inspirado más canciones que cualquier otra cosa, quizá mi conocimiento musical sea pobre (¿quizá?) pero así me parece. Tal vez esto se deba a que el balón inspira y aglutina todos los otros temas, todos los sentires. Y quien me lo discuta es porque no ha tenido la dicha de gozar y sufrir (a veces en un mismo partido) por un equipo.


En mi pueblo no deja de llover y yo no dejo de recordar y de darle vueltas a todo. El plus que significaba jugar bajo la lluvia, cuando todavía jugaba (dónde quedó esa playera de Argentina que, cual equipo cementero, nos dio tantos subcampeonatos, y qué fue de aquellos delanteros, de nuestro Sinuhe "Roberto Carlos", de Ronaldinha); viene a mi mente los días de natación, pero sólo los interrumpidos porque, de alguna extraña manera, nadar bajo la lluvia no era posible; vienen los días que compartimos bajo lloviznas y torrenciales aguaceros, la lluvia de tu cabello en mi rostro; viene Tlatelolco y reconciliaciones breves, viene el Centro reflejado en los charcos; autos varados en la carretera que se volvía (todavía) piscina; mi cuerpo empapado y tus ganas de, a pesar de lo escurrido, un abrazo mío. Villoro habla en un texto reciente sobre los cien años de soledad y el aguacero del México-Camerún, del diluvio y los árbitros colombianos... Yo pienso en tantas lluvias chiquitas que se bastan con dos ventanas abiertas y que aun cerradas inundan sentimientos. Y en los míos y los tuyos y los nuestros.

Hoy escribo porque no hay futbol, porque no hay con quien discutir sobre la polémica en turno, sobre los barriles de petroleo, sobre tanta "lady" que aparece sin hacerle sombra. He visto goles hasta el cansancio y, en este respiro, me pongo a hablar de ellos.

Tanto que decir y tan tarde, tanta lluvia. Iba a incluirme en ese debate sobre la enajenación que el futbol causa en países como el nuestro, pero no hay tiempo ni ganas de convencer de nada a nadie. Como antes dije, quien se atreva a afirmar sin más que el futbol no es sino sólo otra manifestación del opio del pueblo, que no hay más que enajenación y fanatismo, es porque, definitivamente, no sabe mayor cosa del futbol, para bien y para mal. Me viene a la mente C. Ronaldo, Drogba, el mundial del 82, el reciente castigo a Luis Suárez y el antidoping a Costa Rica. Enajenación positiva y negativa, caen en lo mismo pero más feo. No diré más.

En la cabeza se me agolpan temas, recuerdos e historia. Pero el sueño se impone, siempre gana y por goleada. Estas líneas son apenas "las de la honra".

En unas horas empiezan los esperados octavos de final de la copa mundial de futbol, esa copa que tantos gritos de gol y de protesta a convocado en Brasil. Octavos de final que muchos ya llaman copa América. Pensaba avisarles desde ya quiénes van a ganar y quién será el campeón, pero qué quedaría sin el efecto sorpresa, además ya hay adivinos de sobra y lo mío son los horóscopos.

Ahora tengo un encuentro definitorio en ese partido que muchos llaman la vida diaria. Ya me arroje con la cabeza de frente, no tengo la habilidad de van Persie pero quién sabe, el balón sigue en el aire y el público guarda mortal silencio, incluso la lluvia se detuvo, como hace más de 120 años, cuando se jugó, en Buenos Aires, futbol por primera vez de este lado...


No soy barrilete pero soy zurdo y tampoco sé de qué
planeta vine. Nomás me acuerdo...

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