24.6.13

La más

Una vez más, otro año, con apenas un mes de diferencia, los perigeos parecen apogeos y, por más que estiro los ojos y levanto el cuello, no te alcanzo a ver. Sólo, con los ojos entrecerrados, con la conciencia semidormida, aparece tu marca, del lado oscuro, luna mía...

La más grande y clara,
misteriosa y terrible, mente hermosa, 
noche, contigo y un conejo que se oculta
bajo sábanas para no ver lo que no ha de aparecer.

La más brillante, delirante es el destello
que se multiplica si te acercas fijamente,
mis ojos caleidoscopios parpadean
y cientos de lunas los conquistan
asomadas por entre infinitas persianas.

Porque eres la más y te vuelves dos,
porque llegas al firmamento y sin aviso
pides un ocho que se torna infinito,
y las estrellas lunares y la noche día
y la lluvia primavera. 

Porque eres la más y la mar te imita en su reflejo,
y su sal resbala por tus cabellos.
Porque lo llenas todo y me creo todo
renovado entre tus halos tiernos cual regazo,
Porque acrecentas los latidos de esta tierra
que reverdece y se sonroja y palidece
cuando desbordas la marea a costa dada.

Porque cada noche, sin aviso,
tus cráteres desorientan el sueño,
atraes fantasías, demonios y cielo,
la más grande y clara, guía, dicha,
sin duda alguna nanas en tus labios
suenan y su eco otorga calma buena.

Así pues, que tu andar por el cielo,
elipse firme y convencida,
no me prive más de tu brillo,
que el perigeo y la gravedad,
del sentimiento, me lleven a ti
de nuevo.

Y que en tu lado oscuro encuentre asilo,
y que las sonrisas vuelvan del exilio,
porque hace falta besar y sonrojar
tus cráteres, precisos y preciosos, lunares;
que no me importan los grandes pasos humanos
si no los doy como hombre, de tu mano.

Luna llena, la más grande y clara y brillante y más,
la más cercana, la siempre soñada y esa,
que desde hace tanto no se deja alcanzar.


(Porque la de Zoe no es la única que habla de la luna.)

21.6.13

A distancia

Dicen que te va jodidamente bien. Que, para variar, tus planes, cálculos y predicciones se cumplen. Todos se sorprenden, yo sólo confirmo que hablan de ti y de nadie más.
      Me gustaría decirte que me va igual de bien. Que todos estos días de jazz y música clásica, no hacen sino ponerme a caminar con estilo y la frente alta, ojalá todo fuera tan simple.
      Lo cierto es que no, desde la última vez que te vi no tengo más que esa perturbación que deja el no poder controlar el tiempo, el no poder prolongar ese instante a tu lado, a solas, sin más testigo que el azulejo que a oscuras deja de importar.
      ¿Te he buscado? Parece que nunca se es demasiado mayor para preguntas absurdas, obvias. No hay rincón, no hay sonrisa, tampoco hay noche en la que no te busque. Lo cierto es que, no hace falta decirlo, no te he encontrado, tus manos sin soportar las mías, tu mirada alejada de la mía, tu pensamiento en otra parte... todo puede dar fe de ello. ¿Dónde estás?
      Y me vengo a enterar que todo es un mito...

Osadas metáforas que no corrijo por ti
se empalman en la fas del panteón
griego, romano y ¿quién da más
por un segundo o dos a tu lado?
Yo lo doy todo, todo lo que puedo dar.

Entre calles norteñas te busco
en noches húmedas apareces
con voces que nadie conoce
y temblores que anuncian el ansia
de tu piel en mi piel, de tu todo en mi nada.

Reaparece, mito mío.
Devuélveme la poesía,
esas clases tuyas
y al carajo la agonía.

Eres tú, y lo sabes.
Soy yo, que no te engañen,
entre dos no hay más que
un sólo sueño, una erupción,
volcán eterno, y ya.

13.6.13

Un gorila aéreo

«Repentinamente, un estruendo sonó como si el precipicio se derrumbara sobre nuestras cabezas. Ese sonido partió y pulverizó la luminosidad, la calidez y la calma de aquel medio día, en un instante.
Cuando un jet cae hacia la tierra en picada desde una altura de diez mil metros y se acerca casi hasta el piso y luego eleva su nariz y regresa a la altura que tenía anteriormente, entonces la ola de sonido que origina sobre la tierra crea una enorme presión. Eso es lo que se llama un gorila aéreo.
La presión del terror todavía se movía convulsivamente en mi interior pues en un instante, mis límites fisiológicos habían sido rotos. Era un violento grito que no me dejaba. Sentía que mi cerebro estaba como dormido y duro en algún lugar. También sentía como si mi abdomen se hubiera salido de su lugar.»

Y nada, leí esto en Una luminosa oscuridad y lo entendí. Eres un gorila aéreo. Pero no te salves ni te apartes diez mil metros de aquí.
Que sople el viento divino* y te traiga de vuelta.




*Viento divino (Kamikaze). Se refiere a las tormentas que hundieron gran parte de la escuadra mongol cundo atacó la costa noroccidental de Japón, en los años 1274 y 1278. Gracias a aquel "viento divino" la invasión fracasó en ambas ocasiones. El mito del Kamikaze nunca fue olvidado por los japoneses. En octubre de 1944, cuando era evidente que la armada japonesa no podría impedir el desembarco americano en Filipinas, cinco pilotos japoneses realizaron el primer ataque suicida contra barcos de guerra americanos. Los pilotos suicidas se autoinmolaron con la mente puesta en el "viento divino" que había salvado a Japón