16.12.15

Poco memorables I

Para Laura ∞

Andrés se sabía la vida como quien camina en medio de la noche por un vaso de agua. Siempre informado y enterado de las últimas novedades que el mundo ofrecía. Andrés leía La razón y creía que ésta la acompañaba siempre. En los cafés o en el feis, siempre alardeaba ser el más enterado y el poseedor de la opinión más crítica de todas. Nadie le ganaba, no importaba si no se trataba de una competencia, él siempre debía ser el mejor, el de la última palabra. Y así se iban sus días.

Un día, una vez, como cualquier otra, se levantó y se puso el traje más elegante de su ropero. Sabía que para convencer la impresión visual siempre era de vital importancia. Caminó por el centro e hizo lustrar sus zapatos. El bolero comentó algo pero Andrés respondió de manera que no cabía refutación posible. Pagó con cambio, se acomodó su bisoñé y retomó la marcha hasta llegar al café de la parroquia, su preferido.

Vidi, vini, vinci, decía la primera línea de su nuevo poema. No sería un soneto pero escribir en latín siempre fue su afición, Sólo los elegidos podrían entenderlo, Continuó escribiendo hasta que llegó su cita. Platicaron, bebieron infinidad de tazas, con dos cucharadas de azúcar cada quien, y se marchó a su casa.

Vivía solo, en la calle de Horacio, por supuesto. Ya en la comodidad de su casa continuó escribiendo su poema en latín, Pero algo se revolvió en sus adentros. Una especie de vacío se apoderó de él hasta que no pudo más y tomó el teléfono. Llamó a su amigo y él aceptó visitarlo en casa. 

Mientras Andrés vigilaba no sé qué cosa desde la rendija de su puerta un avión pasó sobre su cabeza. No sonó el timbre pero se acomodó su intento de cabello y abrió la puerta.

Sonrió como no lo había hecho en todo el día. "Adelante", dijo. Del bolsillo sacó un calcetín y lo colocó en su mano izquierda. Gris, el calcetín marioneta parecía decir algo que sólo Andrés entendía. Él responde una frase en latín y los dos ríen. Enseguida se ponen serios y Andrés le cuenta sus problemas; ha tratado de escribir un poema en latín pero la rima le falla, intentó hacer un cuento pero las frases que salen de su pluma le parecen obvias y torpes... no sabe qué hacer. Y una lagrima, apenas visible brota de su ojo derecho.

El calcetín, serio, guarda un abrumador silencio...

2.12.15

Elegía

Los que hemos creído porque no había opción,
mientras la muerte complacida miraba,
y dormimos cada noche abrazando el miedo
pues sabemos que nos faltan las palabras.

No hay litoral que reciba este sueño
ni sonrisa que cambie esta mirada
y mientras se repiten las canciones
una sirena acaba con la calma.

Los que hemos pensado que es olvido el deseo
y que de esta noche surgirá el nuevo beso
aunque el tiempo se empecine, lento,
en destruir todo lo que pensamos nuestro.

No hay redención ni alivio,
sólo humo y sólo viento, mientras los labios se parten
en tres y diez y seis:
el jodido miedo de empezar otra vez.

Los que miramos marchitar la flor,
mientras poco a poco pierde perfume y color,
sin saber si agradecer o maldecir
las estatuas blancas y los basureros de serenata.
Porque llegamos a donde no queda nada,
sino el sueño, la memoria y una que otra carcajada.
Hemos llegado al fin, de un ciclo o del porvenir,
nadie dice si persistir, o si es una muerte sin fin.

Yo sólo digo, yo sólo quiero, yo sólo pienso:
hay que salir de aquí.