15.1.12

México y otras (sus) tragedias

Así es señor, efectivamente señorita, la tragicomedia mexicana ha perdido cualquier parecido con la realidad, ya ni aquella sonrisa de consuelo funciona, el "río por no llorar" ha quedado rebasado hace años, hace incontables muertes, tan absurdas como reales.
      Pero vamos, seguramente creen que estoy exagerando, tal vez tengan razón, qué tal si damos un brevisimo repaso por esos titulares en las noticias que por reales nunca serán publicados. Podemos empezar hablando de aquella guerra heroica que nuestro dictador a escala emprendió en búsqueda, no de legitimarse, para nada, sino para ofrecernos un México mejor, para que vivas mejor, tú y yo y todos los daños colaterales que pisamos este suelo; 50 mil muertos, probablemente más, a estas alturas uno se cansa de contar mas el llanto y la impotencia emanan por los poros como algo natural, aún así la sangre no se borra, los recuerdos no cesan, las noticias de la farándula se imponen.
      Hace poco leíamos sobre los majestuosos preparativos para celebrarnos como mexicanos, esos 200 años que se necesitaron para que ahora seamos parte de ese país libre, soberano, justo, independiente...¿para que seamos parte de qué? La culminación de este maravilloso bicentenario lo tenemos frente a nosotros, "se puede ver desde el espacio" proclaman exaltados y llenos de jubilo: la estela de luz, ese engendro vertical de tantos metros y más millones. La corrupción made in México en su máxima expresión, doscientos años de perfeccionamiento. 
      Que corra la sangre, que llegue hasta la puerta de cada mexicano, que aceche en cada esquina, somos independientes, tenemos un chicharito, un himno bien chido y un chingo de patrimonios dignos de la humanidad, ni chinos ni gabachos nos igualan, tenemos eso y más, ahí si la memoria no perdona, es más, pregunten sobre el último amorío del actor de moda, pregunten cuántos barriles de petroleo vendemos diariamente, ¡pero hasta ahí! Mexicano hijo del legado bicentenario, no se te ocurra preguntar por esos barriles que compramos procesados, qué importa que el actor de moda sea, casualmente, el candidato favorito por la tv, que no sepa leer o que incluso ignore de que murió su primer esposa. No preguntes más de lo necesario, si no lees vives feliz, dijo aquel, y como el buen rebaño nos postramos en el tercer grado, ese es nuestro acceso a la verdad, a la que importa. Lo demás es lo de menos, cantemos por un sueño y vámonos a dormir, que nos despierte el IFE cuando sea necesario para ser buen ciudadano y retornar al sueño sexenal, con la conciencia tranquila.
      Después de todo uno debe buscar el pan nuestro, y sólo nuestro, de cada día, el que no tranza no avanza y yo llevo prisa. Hay que rebasar, por izquierda o por derecha, sólo hay que echar luces a tiempo o pitar para que se hagan a un lado.
      Ayer las discotecas ardían, las guarderías seguían el ejemplo. Las minas colapsaron frente a nosotros y nos limitamos a admirar y aplaudir aquel rescate, tan lejos de los nuestro. Sobran ejemplos, casinos, escuelas, estudiantes, bebés, amas de casa, trabajadores, ancianos, puro mexicano, ese por el que tanta gente, bien o mal se ha sacrificado en doscientos años, la crema y nata de la prole, esa que envidia lo que otros tienen. "Puro pendejo envidioso" se alcanza escuchar mientras un dedo señala hacía abajo desde un avión privado, bendita tecnología que nos acerca y vuelve a todos iguales.
      #TeCambio100HondureñosPor es el tema de hoy, lo cómico se ausentó de México y lo buscamos en otras latitudes, queremos ser ese dedo que señala y ríe, creyendo que al aterrizar un grupo de escoltas nos llevaran a casa. Señores, estamos en casa, no hay más abajo a donde ir, podremos jugar al dedo indice y escaparnos de la realidad, podemos prender la tele y creernos en la vida de alguien más, pero aquí la única rosa de Guadalupe es la que día a día perfuma los panteones, aquí el único sueño por el que se canta es por llegar a casa, se sueñe o no, antes de levantarse nuevamente y salir, jugársela a sobrevivir.
      Ya no hay forma de perdonar, no podemos seguir olvidando. Todo el tiempo la tragedia mexicana se agiganta y nos orilla al abismo, somos más un pueblo fantasma, surreal, que una nación solidaria y chingona, como decimos cada septiembre, cada gol.
      El abismo ahí está, frente a nosotros, cada vez más profundo, inminente. Éste sábado salió a la luz algo que quizá muchos imaginamos o vemos como una posibilidad: Raramuris de la #SierraTarahumara (sí, mexicanos también, como tú)  se suicidan, prefieren el abismo a esta realidad, "después de 4 ó 5 días sin comer, les da tristeza por no tener comida para sus hijos y su familia, se avientan del barranco o se ahorcan" ...palabras más o menos, es el testimonio que hoy me hizo retomar este blog.
      4 ó 5 días sin comer, temperaturas de -10°c ¿se imaginan? ¿Se dan cuenta de la magnitud? no importa si son 50 ó 500, la gente de la sierra se encontró con el abismo y decidió (realmente no había mayor opción) que era preferible a esto. Al carajo las estelas millonarias, los festejos y desfiles, los goles internacionales, las estrellas de televisión, la cena de navidad; al carajo el celular del año, el nuevo puente y la nueva chingadera más grande del mundo para la lista de los guiness. Al carajo todo eso, después de doscientos años el vacío más doloroso, el que nos parece menos lógico o inteligente, resulta ser la mejor opción. 
      Estamos entre balas y abismos, desde nuestra "privilegiada" posición somos tan culpables como el Estado, como aquel gobernador inepto o aquel otro que desvía recursos para la campaña venidera, el diputado ausente, el policía corrupto, el juez infame; el ciudadano conformista, la señora que basa sus decisiones según la altura del copete, el que tiene la injusticia frente a si y se voltea a otro lado, el abusivo en el metro, el que vota cada seis años y se echa a dormir, el que no vota, el que escucha las balas tras de si, ese mismo que tiene el abismo lleno de cadáveres tan mexicanos como él y que prefiere prender la tv.
Padecimos 200 años, no sé cuántos más hagan falta pero el abismo está sobre nosotros y ese dedo que señala desde las alturas, a salvo, no es el nuestro.