El seis de junio se presentó, en la casa del poeta Ramón López Velarde, el libro Ecografías, de Priscila Palomares. Yo estaba renuente y no sabía si ir o no, salía tarde de clase, llovía y "es una oda feminista, ustedes sabrán", me dijo Michelle Monter, una amiga que presentaría el libro junto con la autora.
Finalmente, por la amenaza, o a pesar de ella, acudí a ver qué onda y hasta salí con el libro autografiado. Sobre la presentación, puedo decir que las palabras de mi amiga fueron lo mejor. ¿Sabían que la gente se titula de Letras escribiendo un libro? Pues así le hacen los regios, mejor que una tesis, supongo. Y Priscila Palomares, de 25 años y oriunda de aquellos norteños lares, así le hizo, Ecografías fue su proyecto de titulación, ya después Cuadrivio se lo publicó a principios de este año. La edición está bien aunque la caja del texto pudo ser más pequeña para facilitar la lectura, además de que tiene algunas erratas que cualquier exquisito juzgaría de inaceptables, yo no, por supuesto...
Por ahí tenía algunas anotaciones pero, maestro del desorden, no las he encontrado. El poemario, casi del todo concebido en prosa es una búsqueda por definirse mujer, por reconocerse con las otras y diferenciarse del sexo opuesto; es, al mismo tiempo, una crítica al deber ser y a los estereotipos de cada sexo, un constante cuestionamiento sobre el lenguaje y cómo éste nos conforma o nos vacía.
La idea de hacer un recorrido de su tránsito por el mundo desde la concepción hasta el día de hoy por parte del yo lírico me parece un acierto, tiene algunos toques de humor, ¿ironías?, y me parece un intento interesante, aunque sospecho que la narrativa (la autora es conocida por su novela Shampoo) se le da de mejor manera a Palomares, quizá de ahí su elección por hacer sus poemas en prosa. De cualquier forma, que se siga escribiendo es grato, y que en la escritura se cuestione el statu quo tampoco es asunto menor.
¡Ah!, al final la amenadvertencia, quizá por la lluvia, resultó falsa alarma, había más vatos que vatas en la presentación, lástima que debía marchar... Y otra cosa, me resultaba simpático que la autora escondiera la cheve que se estaba tomando, luego hablaron sobre lo que en Monterrey se espera de una mujer y cómo hay que comportarse y cómo es complicado desprenderse de estas cosas; luego vi que estaban transmitiendo en vivo y todo cobró sentido.
Les dejo el poema que da título al libro:
Ecografía
Con la punta de un vidrio abro mi panza para ver qué
hay. El vientre, mi primera casa.
--Lo más bello en una mujer
está en su interior.
Salpico sangre al suelo. Separo los pliegues. Arde. La carne.
Los dedos sucios. Adentro de mí no encuentro una cuna, sino
bolsas rojas de tripas que parecen globos de fiesta.
Los dedos sucios. Adentro de mí no encuentro una cuna, sino
bolsas rojas de tripas que parecen globos de fiesta.
Good
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