1.5.11

Impresiones.

Un abrazo, un puesto de tamales que partió hace tiempo. La impuntualidad como mi mejor carta de presentación. Tú estás distraída, yo te reconozco en la distancia y te siento tan cercana que no lo creo. Camino, sigo caminando a donde tu breve sombra me invita a posarme, diriges tu mirada a donde yo, sonríes. ¿Tus nervios se podrán comparar con los míos? lo dudo, te llevo ventaja.

Lo demás es confuso, sentirte, suave como el algodón que te cubre, infinita como el instante que duró tu primera sonrisa. Caminamos un poco, charlamos, tu charlas, yo escucho, no dejo de sentir esa vida tuya que sonroja a la mía. Debería decir algo, no encuentro las palabras así que callo y escucho atento, me encojo para cubrirme entre la sombra que apenas te alcanza a ti.

Fotos, dónde quedaría ese recuerdo perpetuo de la provocadora de alegría y el tipo tímido que no acaba de creerlo. Tal vez no existió, tal vez. Pero el daguerrotipo tuyo aquí lo tengo yo, no lo suelto un instante y cuando se deja lo abrazo y me duermo pensando que lo abrazo.

Qué de vueltas da el destino y qué vueltas se dan en metro, para prolongar la alegría, o se camina, se suben escaleras, se esquivan cuerpos sudorosos, se escuchan conversaciones parcialmente comprensibles. Piropos que uno prefiere bloquear, ya no tiraré las colillas en la calle. Mudo y con el mundo de basurero. Nunca tuve la ventaja.

Las primeras impresiones son únicas, irrepetibles y, dicen, marcan el futuro trato que se tendrá con respecto a una situación o una persona. Cuál sería tu primera impresión, realmente habrá alguna o todo fue como abstenerse de alimentos más por el dolor de estomago que por el agrado o desagrado que te causan las quesadillas. No lo sé.

Sea lo que sea, creo que no somos los que se olvidan de todo y al día siguiente el olvido acecha.

Creo que te pienso más de lo que debería, otras veces pienso que me quedo corto. La ventaja no es mía, la duda sí, el temor, curiosidad y pena, silencio y sonrisas. La ventaja no, esa es tuya, como cuando Fito Paez se sienta al piano y canta "yo vengo a ofrecer mi corazón"

Al final conocerte lo hace a uno saber que no todo está perdido, al principio ya se sabe pero sin algodón uno podría dudarlo.



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