8.11.14

48 horas

"Todo cuanto hemos pasado se revela hoy bajo esta luz", me cantaba Nacho Vegas al oído mientras la combi (que ya ni son combis) me llevaba a La raza. Después el metro y, afuera de la biblioteca, un grupo de hipsters-hippies-algo platicaba animosamente con el vendedor de no sé qué vegetariano. Renuevo mi credencial y corro entre los pasillos que no termino de entender. Ahí el libro de Rama y, más adelante, me encuentro con las crónicas de Velarde, listo, nueva clave, recibo y graciosa huida. Ya es tarde. Afuera, el grupo ya no platica sino que, sentados frente a la entrada se maquillan y revisan sus celulares inteligentes.

No alcanzo lugar en el metro, no importa, igual terminaría cediendo el asiento, para bien o para mal (depende del grado de feminismo que tenga quien esto lea). Comienzo con el maestro López Velarde (él disculpará mi igualada línea del párrafo anterior). En un pequeño texto sobre los bustos dice: 
...para confirmar el dicho de Bernardino de Saint-Pierre de que "los monumentos a los ciudadanos dignos son la historia de pueblo escrita en piedra".
Sólo que nuestro pueblo pasa ante los bustos encongiéndose de hombros, con la indiferencia del que lee una página que no entiende o con el escepticismo del que escucha con oídos de profano una partitura clásica.
Y es que, por más que se declame, la conciencia popular no está formada.
Desconsolada verdad es ésta.
Y pienso que podríamos cambiar "los bustos" por la indignación, por los desaparecidos, por tantas cosas y la conclusión sería la misma... sigo leyendo.

Llego a Copilco y, detrás de una pareja de estudiantes subo y salgo. La luz comienza a ceder el paso a esa oscuridad eterna que me hace pensar en sus cabellos, siempre. Aún hay tiempo así que paso a comprar provisiones, en la tiendita de la esquina, qué oxxo ni qué nada. Al final, después de pedir auxilio y la ubicación del auditorio me entero de que llegué temprano, apenas con una semana de antelación y me viene a la cabeza eso de que deben disculparse los que llegan antes de lo acordado, me disculpo y salgo.

Afuera, junto al tianguis de libros, hay una mesa con dos normalistas de Ayotzinapa, me quedo a escuchar. Los jóvenes se muestran sueltos ante el micrófono, terminan su intervención y responden preguntas: sí, mataron a un intergante del equipo Los avispones y a una señora, los confundieron con nosotros, también detuvieron un camión pensando que era de normalistas... Un chavo de psicología ambiental habla de la desesperanza aprendida (algo así), se da cuando nos bombardean estímulos negativos y caemos en la desesperanza, en el pesimismo.

Camino y veo que en la Facultad de Economía también hay un grupo reunido, Escuchan a dos normalistas y a dos padres de los desaparecidos, uno de ellos habla más mixteco que español, igual todos escuchan respetuosos, al final aplauden. El otro, fotografía de su hijo en mano se quiebra a la mitad: "Siempre salgo con su foto, luego la veo y parece que él, con su mirada, me dice, aquí sigo, no me abandones, pero yo no lo abandono, no lo haré..." Y toda la Ciudad Universitaria calla.

Detrás nuestro, sobre la calle un contingente de Filosofía y Letras camina rumbo a algun MP. Encuentro a mi primo Emiliano (en el nombre llevan la penitencia, me dijeron alguna vez). Se despide y se reúne con su contingente, más tarde volverían con la noticia de que siempre no, que mejor se organizaban bien antes de ir a quién sabe donde.

El acto termina, le entregan a los padres lo reunido con el botéo y los invitan a pasar por un taco. Yo camino rumbo a mi facultad. En la entrada hay una mesa y sillitas acomodadas en torno a ella, forman una media luna que no le pide nada a la tremenda luna llena que se asomaba por detrás del mural de Medicina. Leen textos suyos, algunos más de Efraín Huerta. Uno de ellos reparte una hoja, un poema visual, dice que se llama el nuevo himno nacional.


Escucho un poco, les falla el audio pero la voz se impone por sí sola. Mientras me pregunto que estará pasando en las demás facultades, en el resto de las universidades, en los hogares de todos los que somos víctimas de este sistema criminal y que, bien lo dijo un normalista, se llama capitalismo.
A uno de los compañeros le dispararon en la boca y le perforaron parte de la lengua, a otro la bala le dio en el cerebro, ahí donde está nuestra conciencia; aun tercero le quitaron el rostro. ¿Qué mensaje quiere dar el gobierno con estos actos? A quién quieren callar, a quien quieren dejar sin conciencia y sin rostro?... Ustedes que estudian y quizá saben mejor de estas cosas: ¿En que Universidad se enseña esto, donde se imparte el terror, donde se enseña a asesinar a estudiantes? Nosotros no lo sabemos, quizá nos puedan ayudar...


Entonces, apenas se cumplían 48 horas, ahora hay muchos cuentos que digerir, mucha indignación que canalizar, muchas voces que no callar.

#AyotzinapaSomosTodos

"Vivos se los llevaron, vivos los queremos"

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