13.3.13

Dolor



Y mientras las sirenas chillan
y se abren paso,
un dolor profundo
me penetra

se posa donde antes tus labios,
trato de calmarlo
digo: calma;
pero no escucha y se cuela en mis entrañas.

En realidad no entiendo el porqué, 
cómo llegué aquí,
a dónde he de ir,

le pregunto a este dolor
y burlón responde:
calma.

Entiendo, entonces,
me ha de acompañar más allá del alba.


[Al día siguiente me habría de enterar que el chillar de las sirenas era el preludio del llanto de los familiares. A escasas tres cuadras de donde me hallaba, 17 balas jugaron a ser Dios, a ser la muerte, y lo lograron...al día de hoy el dolor permanece: preciso un gatillo.]

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