Tú qué sabes del miedo, si tu sombra te colma de brillo a cada paso.
Es innegable, sabes de tu vida, sabes de la muerte,
te ha seguido con enferma obsesión quizá,
le has abierto los brazos y mirado de frente,
pero no te puede tocar: No lo hará.
Para ti son los sueños turbios, estremecedores,
el tibio sudor que hiela espalda y negros cráteres
que invitan a pequeños grandes besos para la humanidad
por la eternidad.
Y podría seguir enumerando y recordando y luchando
contra esas ganas tuyas mías o de todos de gritar
¡Al carajo!
Y porque quiero, puedo y lo haré,
el asunto es no claudicar ni dejarse, por nadie, pisar.
Que los insectos hablen, se metan y escondan a placer
hay cuentos que ni diez antenas ni doscientas patas pueden detener.
Yo seguiré escribiendo, seguro, mi sueño,
tú: sonreirás, quizá leas, y como siempre me harás soñar.
Pronto, antes de que el tiempo me acabe,
o viceversa...
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